Es extensamente sabido que el cobre cumple un rol importante en la economía chilena. Chile ha sido el máximo productor mundial de cobre con más del 35% de la producción planetaria. Chile ha marcado presencia en el comercio mundial con la ayuda de este metal, empezando en el siglo XX con su explotación a gran escala y llegando a su mayor momento de fama en los últimos 20 años. Debido a las recientes bajas del precio del metal rojo se ha opinado bastante acerca de la forma en que se comercializa el cobre, llegándose a preguntar muchas veces por qué no somos capaces de producir el producto final y no sólo el concentrado o cátodos de cobre, que nos hace dependientes del precio impuesto por China.
Por muchos años la economía de nuestro país fue una de la más estable en Latinoamérica, y todo esto gracias a la producción de cobre. El cobre se ha comercializado en la forma de concentrado de cobre, este concentrado además de contener cobre puede contener otros elementos tales como oro y plata, la otra forma es como cátodos de cobre con una pureza de 99,99%. Estos productos se venden principalmente a China, luego China lo procesa y Chile le compra su producto final a un precio varias veces mayor. Aquí es donde nos enfrentamos con la dura realidad, si Chile sigue comerciando el cobre como lo ha estado haciendo estos últimos 20 años con un gasto energético que está por sobre el costo energético de otros países productores de cobre, la producción de cobre ya no será rentable lo que provocará que nuestra economía se vaya al suelo.
En el año 2017 se vendieron más de $44.000 millones de dólares o $38.989 millones de (€) , con el valor euro a 0,886053. Pero como todos sabemos el precio del cobre este último año ha disminuido drásticamente llegando a los 223,19 (c/lb), muy lejos de los 441,776 (c/lb) del año 2010. Esto es preocupante, es ahora donde se deben tomar decisiones con respecto al tipo de energía que estamos utilizando para la producción de los metales, es ahora donde las empresas mineras, universidades, gobierno y profesionales en general deben apostar por el desarrollo tecnológico y creer que si podemos surtirnos nosotros mismos del producto final, debemos creer en nuestros investigadores apoyándolos en sus ideas, aportar recursos para crear tecnología y profesionales del futuro capaces de sacar adelante a nuestro país.
Esto nos daría una mirada a largo plazo aumentando la productividad del país, generando nuevos empleos logrando alcanzar a ser un país desarrollado. Es hora que Chile actué inteligentemente, evitando grandes deudas impulsando la innovación y emprendimiento para así alcanzar una meta tremendamente importante, llegar a ser un país desarrollado.